La causa de mantener el poder justifica el más
monstruoso desfalco a los bienes nacionales
Por: CARLOS OGANDO | Presidente Región Manhattan Norte, Ex-presidente de la JRD, PRD de Nueva York.
El límite entre el bien y el mal corre sobre una cremallera de
justificaciones personales. Cada quien justifica sus actos para hacer pasar por
bien lo que hizo mal. Algunos porque la culpa es un fardo pesado. Otros porque
ni siquiera tienen consciencia moral; para ellos todo vale. Los corruptos “son
apátridas, no aman a sus hermanos”. La satisfacción los deshumaniza, son
inmorales.
Cuando LEEMOS a peledeístas
implicados en casos de corrupción para el Diccionario de la Corrupción en Dominicana,
manifestaron su inocencia. Sus acciones fueron siempre en beneficio del país y
los desvíos eran sentidos como legítima retribución del Estado o particulares
por sus esfuerzos y sacrificios. Cuando Leonel Fernández, expresidente nacional,
presidente del partido en el gobierno y presidente de la fundación FUNGLODE,
exclamó ante la vindicta pública: "¡Pero si yo sólo hice las obras que el
pueblo necesitaba!" estaba expresando una legítima indignación moral: Pero
también estaba manifestando una colectiva ignorancia moral; cierta incapacidad
para distinguir el bien público del común. Son un imperio político que actúa
por encima de la ley y de las instituciones.
Dominicana vive
embargadas de impotencia ante una realidad social que consideramos
incontrolable, superior a nuestras fuerzas - y a nuestra democracia - prevalece
hoy en la ciudadanía. Atrapada por un imperio político que actúa por encima de
la ley y de las instituciones, opta por dejarlo hacer y decide ocuparse de "lo
suyo".
Tengo 10 años
recolectando denuncias, al azar, sin ánimo de emprender lo que ahora sería una
tarea enciclopédica sobre la corrupción de peledeístas. Es la magnitud lo que
hace de este régimen una máquina diabólica de corrupción. Cuando había
democracia, la pluralidad política permitía cierto control cuantitativo y había
límites al corrimiento del valor moral. Ahora, aunque es noticia diaria los
billones de dólares amasados por los nuevos ricos de peledeístas, no pasa nada;
siguen pegados cual garrapatas medrando de los controles democraticos que
permiten germinar negocios sucios financieros a costa de la destrucción
productiva del país. No hay denuncia que pueda fijar el carro del valor moral
sobre la cremallera. La causa de mantener el poder justifica el más monstruoso
desfalco a los bienes nacionales jamás efectuado en la historia de Dominicana.
Sin embargo, el impostor que ha asumido la conducción de esa máquina de corrupción de peledeístas osa acusar al expresidente nacional del PRD de hace 10 años de corrupto. Nuestra cremallera moral es una montaña rusa. Racionalizan que la cosa pudiera ser peor; que otros fueron más malos; que a éstos nadie les gana; que el de ahora roba menos. Justifican la desidia y la indiferencia dejándole "cancha libre" a esa horda política que gobierna decidida a lo que sea para perpetuarse en el poder. La dejadez es ese regalo valioso que procuran y agradecen los poderes desenfrenados.
Sin embargo, el impostor que ha asumido la conducción de esa máquina de corrupción de peledeístas osa acusar al expresidente nacional del PRD de hace 10 años de corrupto. Nuestra cremallera moral es una montaña rusa. Racionalizan que la cosa pudiera ser peor; que otros fueron más malos; que a éstos nadie les gana; que el de ahora roba menos. Justifican la desidia y la indiferencia dejándole "cancha libre" a esa horda política que gobierna decidida a lo que sea para perpetuarse en el poder. La dejadez es ese regalo valioso que procuran y agradecen los poderes desenfrenados.
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