Carlos Ogando
¡Los Dominicanos no estamos dispuestos a dejar que nos confisquen el futuro! |
Nueva York.- Desde que empezamos a
llevar adelante la reconstrucción de la Región Manhattan Norte de la Seccional Juan Winstor Arnaud Guzmán, de esta ciudad, hemos dicho que
lo hacemos a favor de la verdad. No ha sido sencillo, pero tenemos la voluntad
necesaria para no desistir. El contacto con los dirigentes de la región nos
llena de mucha fuerza, pues cada vez son más quienes deciden abrir los ojos y
sumarse a nuestro proyecto de país, de futuro, de justicia.
Lamentablemente,
un discurso vacío, trasnochado y lleno de humo, ha sido capaz de
chantajear con ideologías prestadas a los más necesitados y jugar con sus esperanzas,
es la más vieja y cruel manera de hacer política. Eso es lo que ha
sucedido en Dominicana durante 9 años. Eso es lo que el pueblo dominicano
decidió cambiar en mayo de 2012. Y eso es lo que el partido de gobierno le
oculta al mundo, a través de retórica politiquera, trucos diplomáticos y
dinero. Mucho dinero.
Gran parte de las dificultades que hemos tenido que superar en este camino
para hacer valer la verdad, se deben a que un partido político ha decidido
secuestrar las instituciones dominicanas para mantenerse enchufados en el
poder. Y han conseguido muchos cómplices, gente que no sabe cómo dirigir un
partido de oposicion , pero sí conocen el precio de su conciencia. Y así han
mantenido su farsa: comprando conciencias y metiendo miedo. Mucho miedo.
Pero el pueblo dominicano es noble y valiente. Mientras los que están en el
gobierno se siguen llenando de plata que ya no pueden esconder, los padres de
familia, las madres desempleadas, los obreros mal pagados, los trabajadores a
quienes no les rinde la quincena, los jóvenes que están estudiando, los
muchachos que no consiguen empleo, todos han ido perdiéndole el miedo a un
gobierno que enseña sus armas cada vez que puede, aunque jamás haya enseñado
sus cuentas sin maquillarlas.
Por eso es que el partido de gobierno ha invertido toda la riqueza de los dominicanos
en ese parapeto que hoy día se les viene abajo, porque es incapaz de resistir
los daños de unas políticas públicas erradas, la incapacidad para frenar la
inseguridad, la violencia y la muerte convertidas en protagonistas del día a
día, ni las reformas fiscales que han llevado a cabo sin piedad con los
bolsillos de los más pobres.
En nuestro continente hay
muestras de políticas económicas que conducen a un descenso de la inflación y
la revalorización de la moneda, pero en Dominicana los índices de inflación se
disparan. Conocemos países que han resuelto el problema de la vivienda,
reducido los índices de pobreza y de violencia, pero en Dominicana decenas de
familias lloran muertos a manos del hampa cada semana, con una impunidad de
casi el cien por ciento. Mientras en el planeta los ciudadanos conquistan
nuevos espacios, las instituciones dominicanas vulneran los derechos de su
propia gente y desconocen a una mayoría que exige y demanda lo que merece y le
corresponde tener.
Hoy los dominicanos vivimos en un territorio que ha sido secuestrado por la
violencia y la anarquía. Y hay que decirlo todas las veces que sea necesario,
para frenar a esa mentira galopante que se ha instalado en el Palacio
Presidencial,
Hoy el Poder Ejecutivo dominicano
se encuentra en medio de una trampa que ha estado construyendo durante todo
este tiempo a punta de mentira. Se han gastado el dinero del país en
justificarse a sí mismos. Son los campeones del desgobierno. Pero también son
los campeones del abuso, del ventajismo y de la trampa como política.
Los dominicanos sabemos el país que podemos, queremos y merecemos tener. No
hay otra verdad en nuestra manera de hacer política: el progreso de los
ciudadanos se construye sumando las fuerzas de todos y construyendo en una
misma dirección, sin que eso signifique sacrificar ideales ni causas justas,
pero mucho menos imponiéndolas. Ya se ha derramado demasiada sangre en el mundo
demostrando ese fracaso.
Cuando las políticas están pensadas para satisfacer las necesidades de
quien lo necesita, pero con la intención real de ayudarlo y la voluntad
política necesaria para hacer que las generaciones del futuro no padezcan de
los mismos problemas, entonces podemos hablar de un buen gobierno.
por: Carlos Ogando
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