Hipólito Mejía Candidato presidencial del PRD
Ante la inquietante cantidad de información que estoy recibiendo, y para dejar por nueva vez constancia de mi indeclinable voluntad de respetar las normas y leyes vigentes sobre el tema, escribo este mensaje sobre lo que está ocurriendo en las Fuerzas Armadas Dominicanas, a propósito del proceso electoral.
He sido, soy y seré respetuoso del esfuerzo y sacrificio de los oficiales de carrera en la burocracia militar, pero seré firme en la aplicación de la ley y en la erradicación de los abusos y la politiquería que se ha entronizado en las Fuerzas Armadas, distorsionando el sentido de un servicio a la patria en un abuso y aprovechamiento personal y político partidista.
El actual ministro de las Fuerzas Armadas y su equipo de inteligencia, pisoteando la solemnidad de la posición que ocupan, han desatado una cacería de brujas contra oficiales correctos, que no se han involucrado en actividades proselitistas, y los están tildando de opositores o de simpatizar con mis aspiraciones. El propósito es molestar y crear incertidumbre, además de las injusticias que eso conlleva.
La gran cantidad de injusticias y actividades politiqueras que se han desarrollado desde la jefatura de las FF.AA han creado un malestar generalizado en las filas militares, tanto en los directamente afectados como en aquellos que observan, sorprendidos, cómo un grupo de pseudos políticos uniformados laceran la institucionalidad de las FF.AA, promueven el odio en sus filas, con el interés de favorecer la permanencia del PLD en el poder.
He dicho y sostengo que las instituciones militares y policiales tienen que estar al margen de la política y de las elecciones. Así lo manda la Constitución, y quienes promueven que estas cosas ocurran, lo saben bien. Usar las instituciones militares en medio de una campaña electoral, para promover una cacería y un odio ajeno a la verdadera actividad política merece la mayor repulsa de la sociedad.
He visto y he sido testigo de que muchas instituciones han sido afectadas por este mismo mal, han sido repartidas como parte de un pastel que Leonel Fernández y el PLD quieren llevarse consigo, pese a que saldrán del poder en agosto. Deben recordar que la alternabilidad del mando político de la nación es la esencia de la democracia, y que quien intente engañar al país para que no haya alternabilidad conspira contra la democracia dominicana.
A la gran mayoría de los oficiales de las FF.AA los han colocado en el dilema de ponerse al servicio del PLD o sucumbir en su carrera profesional. Y eso es un crimen y una maldad inaceptable, porque es un abuso de poder. Yo repararé todos los abusos que se hayan cometido, porque designaré una comisión profesional y calificada para investigar todos los abusos que me han sido notificados y documentados.
El drama entre los militares es que quienes se pliegan a estas terribles patrañas son ascendidos, colocados en posiciones para que se lucren, siempre y cuando sigan favoreciendo la permanencia del actual gobierno. El lastre que van dejando destruye su carrera militar ante cualquier gobierno honesto, que desee la institucionalidad y el respeto al escalafón militar.
Lo peor, sin embargo, es que con fines de hacerse graciosos y obtener favores políticos, algunos altos oficiales están insinuando abiertamente que “se la juegan” y que tienen planes y que han conformado grupos de reacción y de apoyo pre y post electorales, que solo caben en la imaginación de aquellos que buscan a como de lugar enquistarse en un grupo de poder. Esos oficiales saben que las asonadas en cuarteles y los apresamientos de jefes militares ante el supuesto potencial desconocimiento de un resultado electoral sencillamente no pueden ni deben encontrar terreno fértil en nadie, al margen del dictamen del voto popular en las urnas.
Los aventureros que se lanzan a auspiciar la intranquilidad y la destrucción de la honra y la carrera de militares responsables y honestos, deben entender que los militares dominicanos jamás se embarcarán en un proyecto de naturaleza fraudulenta, porque desde hace tiempo el país superó las debilidades que podrían dar pie a inestabilidades, y deben conocer que no hay liderazgo en las filas militares para una acción descabellada y violenta contra la institucionalidad.
Algunos, de todos modos, insisten en fantasear, creando falsas situaciones y presentándolas a políticos, ofreciendo consejos y alardeando de un poder que no tienen, instrumentando planes de conspiración que no existen, atizando calumnias, difamándose y desacreditándose entre sí, en la búsqueda de la descalificación de los demás, y por supuesto buscando un espacio en el entorno de un candidato.
El esquema que han organizado, con fines de sumar a más personas, propone que los ascensos se consiguen con los “méritos políticos”. Los subalternos tienen la percepción de que aquel que no se suma a una causa política tiene pocas posibilidades de alcanzar posiciones de mando con relevancia. Este criterio es aprovechado por los principales actores políticos del partido de gobierno, para resquebrajar voluntades internas en las Fuerzas Armadas.
El actual ministro de las Fuerzas Armadas, que fue reintegrado en franca violación a la Ley Orgánica de las FF.AA, dirigió un grupo político a favor del actual presidente. Al reingresar al aparato militar y a la jefatura ha traído consigo una política de segregación, que consiste en el aislamiento de posiciones de mando y administrativas de todos aquellos oficiales que a su juicio, y de su jefe de inteligencia, mantienen supuestas relaciones con candidatos de la oposición.
La jefatura de las FF.AA en la actualidad está supeditada a las consultas de todas sus ejecutoras con el jefe del cuerpo de ayudantes militares del presidente de la República. Eso es algo que nunca había ocurrido. Además de la segregación, se ha puesto en práctica una abierta persecución contra los oficiales que el mando actual califica como “perredeístas”, con lo cual ponen de manifiesto su condicionamiento político y electoral al servicio de un partido.
Para tranquilidad de la sociedad dominicana, es necesario repetirlo, creo que en la mente de ningún soldado profesional existe la idea de la desestabilización del Estado. Sí quiero afirmar que los políticos vestidos de militares tienen que respetar la ley y mantener presente que la Constitución es muy clara sobre la apoliticidad de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Los desatinos con el aparato militar son parte de la esquizofrenia oficialista. Los militares deben mantener su postura de respeto y apoliticidad, y los jefes que desde hace meses presionan para deshonrar y desestabilizar a la oficialidad honesta, deben saber que están presionando por una ilegalidad, y que eso tiene muchas implicaciones. La legalidad y la institucionalidad están por encima de las ambiciones y la desesperación política del momento.
Hipólito Mejía
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