Thursday, March 19, 2015

¿Quién le teme a la Unidad?

Por: Carlos Ogando        

Lo peor que puede pasarle a una idea gregaria y pertinente es convertirse en un buen propósito impertinente. Es un viejo pase de alquimia que inventó la humanidad hace ya milenios, a fin de burlar cualquier llamado de la fibra moral individual para actuar de acuerdo a ciertas reglas de convivencia que garanticen el bien común.


Si en un monte del Medio Oriente un líder tribal recibe de la mano de Dios un decálogo de buen comportamiento para garantizar que las pulsiones individualistas no pongan en peligro el destino manifiesto de la tribu; en la llanura, un sinfín de futuros "intérpretes verdaderos" de los preceptos pactados en la cima, ya han comenzado a fraguar el becerro de oro que les propicie una notoria carrera de profetas alternativos.

Apenas se instaló el PRM como una referencia política al servicio de la Unidad y se establecieron las reglas básicas de comportamiento y convivencia para lograr el objetivo común que la convocó; una competencia por las candidaturas sin definir y construir el PRM amenaza la Unidad, sin compromiso definido ningún candidato importa; primero la plataforma. Seguidores de Hipólito y Luis: Solo valemos juntos y aún así, necesitamos la Convergencia; construyamos la base de la unidad para la victoria.

Sin la Unidad no habrá fuerza política ni carisma personal que desbloquee la recuperación democrática, que posibilite el regreso de la cordura en la gestión económica, que impida que lo que queda de libertad de expresión se extinga definitivamente, que permita que la gente vuelva a caminar sin miedo por las calles, que garantice equidada social, que acabe con los flagelos de la corrupción y la impunidad. Para no exagerar el dramatismo: digamos que la cámara no está para selfies.

Esos esfuerzos han prosperado, dando lugar al surgimiento de la Convergencia, que hoy está presente en el imaginario popular de los y las dominicanas, que encabeza la mayoría de las encuestas y mantiene a los estrategas del oficialismo planeando a puerta cerrada para impedir la materialización de este gran proyecto unitario. 

La Unidad es un patrimonio del país que quiere un cambio y requiere de la presión participativa de todos para conformarla y ponerla en marcha. Los logros de la oposición -que ahora algunos quieren minimizar - se dieron por el esfuerzo unitario de quienes asumieron la contienda electoral y la protesta pacífica en condiciones muy desiguales frente a quienes quieren imponer su menesteroso modelo de concentración del poder-para ejercer dictadura en el siglo XXI.

El reciente llamado por la Unidad de Ciudadanos y del Líder que recibe de la mano de Dios un decálogo de buen comportamiento, de esperienza, de entrega, de honestidad, de humildad, de carisma, de liderazgo incuestionable, de amor, democrata, de seriedad y tantas cosas m
ás, para que siempre piense en el país y el bienestar de  nosotros los dominicanos; responde a la inquietud -no desprovista de un gesto de incredulidad- de tanta gente a nivel nacional e internacional que no se explica cómo es posible que en medio de la calamitosa situación que vive Dominicana, sus dirigentes opositores no logren ponerse de acuerdo en una plataforma común para presentarla al país.

Hasta tanto no pasen de los buenos propósitos y asuman su responsabilidad histórica para salir del momento que se vive, la gente se preguntará con toda razón: ¿Quién le teme a la Unidad?





Monday, March 2, 2015

PAIS DE PANDILLAS

Hemos llegado lentamente al mar de la felicidad peledeista: 

El terror general

Por: CARLOS OGANDO | Presidente Región Manhattan Norte, PRM, New York

Lo que es seguro, contante y sonante, sin importar la data espurea que recibe la nación, ni las cifras sociales falsas que circula la propaganda oficial, es que la calidad de vida de los dominicanos se ha deteriorado tanto que ni Snowden la quiere.

Es preferible cruzar el canal de la mona en yola hacia Puerto Rico, sin duda. Se vive mejor allí o en Panama, España, USA, Venezuela, o cualquier otro país. 

Mientras, los dominicanos, abrumados o estoicos, deambulamos en estado de terror permanente. Para pobres y ricos la muerte en Dominicana está al doblar la esquina. Circulamos bajo asecho latente, subversivo; entre asalto y emboscada. 

Una guerra soterrada de pandillas múltiples, apocalípticas. En el poder una pandilla fracturada en múltiples facciones interna produciendo pandillas externas. Pandillas burocráticas cayéndole a mordidas a los ciudadanos, impidiendo toda empresa de progreso y bienestar. Pandillas en los partidos de oposicón mayoritario para evitar su unidad. Pandillas motorizadas, miles, acosando a peatones y choferes; agregándose repentinamente para delinquir o, simplemente, por solidaridad automática. Pandillas de ladrones, de sicarios, jueces, militares, policías. Pandillas.

¿Quién es quién? No lo sabes. Ni siquiera sabes quién es tu enemigo. Todos, parece. Si tu vecino es una amenaza, no hay barrio; y si no hay barrio no hay felicidad social. 

De los países sortarios en el mundo, de esos que han tenido los dones divinos de recursos naturales, República Dominicana tiene los más insensatos gobernantes. En vez de aprovechar los talentos y recursos, los regalan, se lo roban y desbaratan para destruirse a sí mismos.

Es algo raro, si se piensa. ¿Cuál puede ser el gusto de ocuparse sólo de producir un constante y creciente malestar general? Hemos llegado lentamente al mar de la felicidad peledeista: El terror general; con un bonus, un enigma: ¿Acaso no era el país con los mayores recurso, con la mejor economia y con un slogan Es pa`lante que vamos?